Viernes, Abril 19, 2024
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Una Constitución para todas

La representante de la Fundación Paritas, Marybel Fuentemavida Vasquez, envió a El Centro una columna de opinión, en la que comentó la realidad de ser mujer y cómo ésta se aborda en la Propuesta Constitucional.

Marybel Fuentemavida Vasquez
Fundación Paritas

Ser mujer es difícil de definir, porque no somos una constante, somos como el agua en diferentes estados y en diferentes superficies. Todas tenemos una historia de lucha, la sociedad jamás ha sido para nosotras, al contrario, hemos estado a su servicio como una sombra silenciosa que si se atreve a gritar es acallada y desechada. 

¿De qué hablamos las mujeres cuando estamos solas, juntas y contenidas? Hablamos de sueños, de ideas, de los hijos, de las madres, de las dificultades laborales. A veces nos quedamos un rato en silencio cuando recordamos las injusticias que hemos vivido. Porque sí, todas hemos vivido horribles injusticias. Que doloroso es escuchar a nuestras madres y abuelas contar esas historias que parecen salidas de una película de terror.

Todas somos feministas, algunas asumidas y otras con dudas, pero al final todas queremos lo mismo: derechos, igualdad, respeto, voz, y tranquilidad. 

El feminismo es suave, es cariñoso y es empático. El feminismo no juzga ni obliga, porque nuestras realidades son diversas. Porque a diferencia de la preconcebida idea del patriarcado, nosotras no nos imponemos una idea ni un rol.  

Lamentablemente la desigualdad entre hombres y mujeres es abismante, somos ligeramente más en población a nivel mundial, pero aún así los cargos tanto políticos como de poder en general están ocupados en su mayoría por hombres. Nuestra historia es desgarradora, mujeres esclavas, destinadas a la reproducción, al placer de los hombres, a la mano de obra barata, a las labores del hogar y cuidado no remuneradas. Esto a lo largo de la historia y de las luchas ha ido cambiado… lentamente, gracias a nuestras mártires y heroínas que lograron que se nos escuchara y se nos diera un espacio en este terreno que para nosotras siempre será movedizo. 

Hoy estamos aquí, ad portas de un proceso histórico para nuestro país, histórico para nosotras: las mujeres. Un plebiscito con el fin de aprobar o no aprobar un texto constitucional que al fin nos reconoce como parte merecedora de derechos en nuestra sociedad. Un escrito que felizmente incluye paridad, derecho a una vida libre de violencia de género y derechos sexuales y reproductivos. Una constitución que se hace cargo de una realidad que ya no puede ser evitada. Donde nuestras mujeres, niñas, diversidades y disidencias sexo genéricas puedan estar tranquilas sabiendo que hay un Estado que nos protege. 

Podría reformular la frase del gran Salvador Allende y decir que ser mujer y no aprobar es una contradicción hasta biológica, porque nosotras, las mujeres, podremos tener diferencias ideológicas, pero al final del día, en la oscuridad de la noche nuestra mente vuela, rehúye de las injusticias, imagina mayores oportunidades para nuestras hijas y un espacio donde se nos respete y no se nos discrimine ni se nos abuse por el género. Porque la verdad es que al final del día, todas somos feministas. 

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