Jueves, Marzo 28, 2024
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Conversar en serio…

Jorge Navarrete Bustamante es director del Magíster en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Talca, además de director del Centro de Competitividad del Maule de la misma casa de estudios. Igualmente, preside la Junta de Adelanto del Maule. Desde su perspectiva, existen una serie de argumentos filosóficos que refuerzan la importancia del debate y el sano ejercicio del intercambio de ideas. Sobre este tema, el experto envió una columna de opinión a El Centro.

Desde hace un tiempo, cuesta conversar en serio en nuestro país. Muchos no quieren
escuchar argumentos, y otras tampoco están dispuestos a entregar argumentos.
Ello, es el peor de los mundos, pues empiezan a imperar entonces, los fundamentalismos,
el fanatismo, la violencia verbal y las peores: la psíquica y la física.

Ello es penoso.

Pues, la Ética y la Teoría del Discurso, impulsada por Habermas y Karl-Otto Apel, entre
otros y otras con raíces kantianas, permite descubrir que existe un vínculo innegable entre
todos los seres dotados de competencia comunicativa. Es decir, cualquiera que realiza
acciones comunicativas y entra en procesos de argumentación, al hacerlo, reconoce que
cualquier ser dotado de competencia comunicativa es un interlocutor válido, con el que le
une un vínculo comunicativo y, por lo tanto, determinados deberes; descubre una ligatio,
que obliga internamente, y no desde una imposición ajena.

Como afirma Otto Apel cualquiera que argumenta en serio (basado en una norma ética
fundamental) ha reconocido que «Todos los seres capaces de comunicación lingüística
deben ser reconocidos como personas, puesto que en todas sus acciones y expresiones son
interlocutores virtuales, y la justificación ilimitada del pensamiento no puede renunciar a
ningún inter locutor y a ninguna de sus aportaciones virtuales a la discusión»
Que lejos estamos de tan elevados estándares.

La filósofa valenciana, Adela Cortina, ha explicitado ello afirmando que todos los seres
dotados de competencia comunicativa deben de ser reconocidos como personas para que
tengan sentido nuestras acciones comunicativas, y este reconocimiento descubre
elementos como los siguientes:
1) Entre los interlocutores se reconoce un igual derecho a la justificación del
pensamiento.
2) Todos los afectados por la norma puesta en cuestión tienen igual derecho a que
sus intereses sean tenidos en cuenta a la hora de examinar la validez de la norma.
3) Cualquiera que desee en serio averiguar debe estar dispuesto a colaborar en la
comprobación de su validez, a través de un diálogo en que no se dejará convencer sino
por la fuerza del «mejor argumento».
4) El mejor argumento, es aquel que satisface intereses universalizables.

Ciertamente, ello trasunta bidireccionalidad entre los ciudadanos interlocutores; por eso
tiene sentido hablar de obligaciones mutuas en que se aplique lo que Apel, recomienda:
que la situación ideal de dialogo tiene que ser desde la conciencia de cada interviniente,
mediada lingüísticamente.

Pero hay más.

«Cualquiera que argumente en serio, se ve obligado a someter la norma (valor o
circunstancia) a un diálogo en las condiciones más próximas posible a la simetría», dicen
Apel y Cortina, pues quien sea incapaz de estimar el valor de lo que los interlocutores
estén dialogando, por ejemplo, sobre la Igualdad, la Libertad o la Justicia, la pedagogía, o
el derecho a la salud, ni siquiera va a interesarse por argumentar en serio.
Ergo, que quién quiere dialogar «en serio» lo hace movido por un mundo de valores
universables.

Y todo lo anterior, constituye una de esas dimensiones imprescindibles en la forja del
carácter, del êthos de los interlocutores, los cuáles tienen que adquirir «virtudes del
diálogo».

En definitiva sólo forjándonos un buen carácter dispuesto al reconocimiento de los
intereses universalizables, podremos descubrir qué es lo más justo, igualitario, libertario,
pedagógico, bello o sano para nuestra polis.

Director en Magister en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Talca,
Director del Centro de Competitividad del Maule de la misma Casa de Estudios,
Presidente de la Junta de Adelanto del Maule.
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