Columna enviada por el abogado, Doctor en Derecho Procesal y académico de la Universidad de Talca, Diego Palomo.
La justicia es uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad democrática y su buen funcionamiento depende en gran medida de la capacidad de los sistemas judiciales para procesar información y tomar decisiones justas y equitativas.
En la actualidad, el uso de la tecnología y de la inteligencia artificial se presenta como una herramienta clave para mejorar el rendimiento y la eficiencia de los sistemas judiciales.
Empero, es importante reflexionar sobre las implicaciones de la utilización de la IA en la justicia y su relación con la inteligencia humana.
En primer lugar, la inteligencia artificial puede ayudar a los sistemas judiciales a procesar grandes cantidades de información y a identificar patrones que pueden ser relevantes para la toma de decisiones. Por ejemplo, en los sistemas de justicia penal, este tipo de herramientas pueden ser muy útiles para los jueces y fiscales en la toma de decisiones informadas y basadas en datos.
Sin embargo, no huelga anotar, aunque sea una perogrullada a estas alturas, que la IA no es infalible y que su precisión y eficacia dependen en gran medida de la calidad de los datos y algoritmos utilizados.
Además, la IA carece de la capacidad de comprensión y empatía que (se supone) poseen los seres humanos, lo que puede afectar negativamente a la calidad de las decisiones judiciales.
De otro lado, la inteligencia humana es esencial para la justicia, ya que los seres humanos pueden evaluar y comprender la complejidad de los casos y las circunstancias individuales de cada caso.
Asimismo, los seres humanos también son capaces de utilizar su juicio y discernimiento para tomar decisiones justas y equitativas, incluso en situaciones en las que no hay una respuesta clara, evidente o “de cajón”.
Como sea, la inteligencia artificial puede ser una herramienta útil para mejorar la eficiencia y el rendimiento de los sistemas judiciales, pero no debe reemplazar la inteligencia humana en la toma de decisiones judiciales.
Por ello es importante que se mantenga un equilibrio adecuado entre el uso de la IA y la inteligencia humana en la justicia, de manera que se garantice la protección de los derechos fundamentales y la justicia para todos.
